jueves, octubre 15, 2009

Nadie nos cree


Nadie nos cree, cariño

Nadie en la calle nos cree

Nadie entiende lo que realmente sucede

Pero todos en el cerro lo comentan

Todo el mundo lo intuye


Debe ser tu rostro feliz

Debe ser mi rostro complacido

Un rostro de un hombre al cual, nada en el mundo

Puede tocarlo o doblegarlo


Debe ser, porque así me siento junto a ti

De camino a comprar un poco de ensalada

Un poco de fruta

Un poco de yogurt

Unas cuantas cosas sencillas para comer


Los obreros que trabajan en la casona continua a la nuestra

Son aún más despiadados

Se sonríen en cuanto nos ven salir de mañana

Tú al trabajo, yo a cualquier punto de este vasto puerto

Se sonríen entre ellos, nos lanzan miradas cómplices

O nos cantan tristes y olvidadas canciones de amor


Mi ex no me cree

Mi familia no me cree

Tu ex no nos cree

Todos huelen de lejos tan magno idilio

Que desde hace tiempo,

Es mucho más que sólo un idilio

De igual forma lo mantenemos oculto

Minimalistamente velado

Irreverentemente escondido

Pero finalmente en secreto al fin y al cabo…


Tu cama tampoco nos cree

Ella lo sabe todo

Pero ella no habla

Sólo suena

Sólo rechina lacónicamente

Tu gata no nos cree, ella lo vio todo

Quizás por ello se marchó

Así sin más, sin decir adiós

No me gusta pensar en eso…

Pero nena, tal vez sea la razón


Tu madre lo sabe todo

Tu prima también lo sabe todo

Unos pocos amigos cercanos lo saben todo

¿Cuánto tiempo aguardaremos?

El suficiente supongo…

Me da igual

Me duele la verga al orinar

A ti te duele el útero

Está inflamado – me confiesas

-“creo que hacía mucho tiempo que no follaba tanto y tan bien”

Esas palabras son para mí

Una dulce melodía mientras caminamos

Y vamos en busca de un poco de atún

Un poco de pan

Un poco de mayonesa

Un poco de carne

Cosas sencillas para comer…


Y los vendedores se comentan sobre nosotros

¿Y qué diablos pasa? que de pronto me hago frecuente

Como parte de paisaje íntimo del barrio

Y la gente de la botillería se me hace cercana

Y yo a ellos

Y regreso a casa con cervezas

Y vamos juntos por una botella de vino

Y elegimos un buen Merlot

Y luego voy por cigarrillos

Y muchas otras cosas sencillas

Para beber

Prodigio




Escribo mis poemas sobre ceniza gris

Pero las imágenes que describo

Las extraigo del sudor de tu cuerpo y del mío

De los sonidos nocturnos y matinales

Que escandalizan y laceran a la bohemia porteña

Y que, soslayadamente suponemos,

Irritan a nuestros vecinos

Escribo mis poemas sobre ceniza gris incandescente

Aquella que atiborra a perpetuidad

El cenicero continúo a tu cama

Si, tu cama

Ese espacio idílico y delicioso

Donde ocurre el prodigio

Donde tu cuerpecito

Ese que tanto me ha prodigado

Se abre para mí